Regresé insoportable de Italia porque comimos espectacularmente, bebimos vino con tal gozo, que hasta Baco mismo hubiera dicho “Mamma mia!”. Pero también la sibarita bacanal vino acompañada de, no un toque, sino un zape de Urania, la musa a la que le asignaron inspirar a los Arquitectos.
Siendo Arquitecto mexicano, la mayor parte de la arquitectura que he visto, como es de esperarse, es local. Y la arquitectura internacional que más frecuentemente testifico, es la estadounidense. Que tiene más diferencias que similitudes con la mexicana. Yo siempre había pensado que además del tema climático, era un tema presupuestario; pero no había podido ver tan de cerca (y con un capuccino en ristre) el origen de la ventana latinoamericana.
La Ventana Latinoamericana es de origen “Latino”, o sea, romano, europeo, español. Hubo un tiempo en que eso era lo mismo. Porque antes de los europeos, en Mesoamérica la ventana era una oquedad con una “cortina”, que bien podría ser un lienzo de tela o de piel. Si acaso, se podían ver puertas, pero una ventana, no era tan habitual.
A través del imperio romano, sin embargo, sí se usaban más piezas móviles. Al momento de llegar a América, y empezar a repetir sus técnicas y formas arquitectónicas, la ventana “latina” funcionó perfecto en tierras “americanas”, y así se volvió la ventana “latinoamericana”.
La Ventana Latinoamericana es más que solo un pedazo móvil de la fachada arquitectónica, es un espacio arquitectónico por sí solo. Es lugar dónde se puede chismear con los vecinos, o con los invitados; es balcón, aunque fuera balcón Julieta, es iluminación selectiva, ventilación selectiva, es protección a la invasión y al frío, calor, lluvia, viento y demás.
La ventana estadounidense logró comprimir muchas de las funciones que ocurrían en las ventanas antiguas en sistemas complejos de aluminio con ruptura de puente térmico, pvc, con tecnología de vidrio y procedimientos industriales fenomenales. Hoy nuestras ventanas latinoamericanas son una reducción de aquellas ventanas romanas de antaño a algo más parecidas a las estadounidenses, excepto que sin la tecnología.
Sin embargo en Europa conviven felizmente ambas evoluciones. Los triples acristalamientos con kriptón y sistemas con ruptura de puente térmico, pero también existe el postigo, el barandal de acero, el mosquitero, y las hojas de vidrio con marco de alta tecnología y cierre hermético.
El problema de la “Britneyficación” de la arquitectura (concepto que inventé para explicar que los arquitectos mexicanos a fuerzas quieren hacer que sus proyectos parezcan gringos, como Britney.) es que a toda costa se busca que “se parezca” la arquitectura local a esa que sale en las películas de Hollywood, pero climáticamente, culturalmente, socialmente, económicamente, tiene más coherencia una composición más parecida a este diagrama.
Así como hemos logrado producir un gran vino en México, y los italianos a perfeccionar el uso del Tomate (que de América salió) , confío en que con tanto arquitecto que actualmente tiene una formación académica cada vez más globalizada y acceso a herramientas de análisis bioclimático, de ciclo de vida, y demás; pronto empezaremos a ver una vez más tipologías de ventana más coherentes con nuestra cultura y nuestro clima.
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